martes, febrero 20, 2007


La verdadera muerte de las utopías




Año 1967. Juan Carlos Pérez Rodriguez tiene 22 años. Se levanta contra la injusticia imperante en su país. Con un grupo de jóvenes activistas comienzan una serie de actividades de movilización de masas. Escriben grandes consignas en pasacalles que llevan cual estandartes, elevándolas orgullosamente por sobre sus cabezas mientras marchan por las calles de la ciudad entre cánticos libertarios de pasión exacerbada. Se lee:


“¡POR UN PAIS REALMENTE DEMOCRATICO – POR LA REFORMA AGRARIA – POR LA NACIONALIZACIÓN DE LA BANCA – POR EL CONTROL DEL COMERCIO EXTERIOR – POR LA LIBERTAD DE PRENSA – CONTRA TODO TIPO DE INJERENCIA EXTRANJERA – POR LA SALUD PARA EL PUEBLO- POR PAN, PAZ Y TRABAJO - NO A LA GUERRA – ABAJO EL IMPERIALISMO!!”


El gobierno burgués, reaccionario y tradicionalista no tiene capacidad de maniobra política. Refuerza las medidas de seguridad, la situación tiende a desestabilizarse.


Año 1975. Tercer año de una brutal dictadura cívico-militar de carácter fascista, dogmática y anticomunista. Juan Carlos Pérez Rodriguez tiene 30 años, es casado, con dos hijos y militante clandestino de los movimientos antidictatoriales. Con un grupo de revolucionarios pintan grandes consignas en pasacalles que cuelgan en las avenidas de la ciudad en operaciones llamadas “manifestaciones relámpago.” Se lee:


“¡POR UN PAÍS LIBRE – ABAJO LA DICTADURA ASESINA – LIBERAR A LOS PRESOS POLÍTICOS – NO A LA TORTURA – JUICIO Y CASTIGO A LOS CULPABLES – PATRIA O MUERTE, VENCEREMOS.!”


La dictadura, incapaz de entender la Democracia, hace lo que sabe y aprendió en los círculos militares del Canal de Panamá. Reprime, tortura, desaparece, asesina. Al mismo tiempo genera una deuda externa gigante. En el país reina la paz de los cementerios.


Año 1987. Segundo año del primer gobierno elegido democráticamente por elecciones libres luego de la caída de la dictadura militar. El pueblo ha votado por el mismo partido que ejercía el poder antes de los militares y que propició el golpe. La búsqueda de libertades se hace incontenible. Multitudes salen a la calle permanentemente en reclamo de sus derechos. Juan Carlos Pérez Rodriguez tiene 42 años, cinco hijos y un yerno. (La mayor se acaba de casar y viven todos juntos en la antigua casona familiar que heredó de sus padres.) Con un pequeño grupo de amigos militantes pinta enormes pasacalles que recorren las avenidas llevados en alto entre cánticos y esperanzas. Se lee:


"¡POR UN PAIS REALMENTE DEMOCRÁTICO – POR LA REFORMA AGRARIA – POR LA NACIONALIZACIÓN DE LOS BANCOS – POR EL CONTROL DEL COMERCIO EXTERIOR – POR LA LIBERTAD ABSOLUTA Y TOTAL DE LA PRENSA – CONTRA TODO TIPO DE INJERENCIA EXTRANJERA – POR EL REENCUENTRO CON LOS COMPATRIOTAS EXILADOS – POR LA VERDAD SOBRE LOS DESAPARECIDOS – JUICIO Y CASTICO A LOS CULPABLES – POR UNA SALUD REALMENTE POPULAR – POR PAN, PAZ Y TRABAJO – ABAJO EL IMPERIALISMO!!”


El primer gobierno democrático burgués, reaccionario y tradicionalista no tiene capacidad de maniobra política. Refuerza las medidas de seguridad, la situación tiende a desestabilizarse.


Año 1994. Cuarto año del segundo gobierno democrático luego de la caída de la dictadura cívico-militar. El pueblo ha votado al otro partido tradicional. Persisten las movilizaciones populares, pero han perdido la importancia de antaño. Se hace incontenible la emigración de la gente. La deuda externa del país crece a pasos agigantados. La corrupción prevalece. Juan Carlos Pérez Rodriguez tiene 49 años, cinco hijos, un yerno, una nuera y tres nietos. Todos viven en la misma casa y los padres de la señora, por razones económicas, han venido a vivir con ellos. Con algunos amigos pintan pasacalles que colocan en las esquinas cercanas a sus domicilios. Se lee:


“¡POR UN PAIS QUE DE TRABAJO A SUS HABITANTES – POR UNA PATRIA LIBRE DE INJERENCIA EXTRANJERA – POR JUICIO Y CASTIGO A LOS CULPABLES – POR LA VERDAD SOBRE LOS DESAPARECIDOS – NO A LA VENTA DE LAS EMPRESAS ESTATALES – NO A LA CORRUPCIÓN!”


El segundo gobierno democrático burgués reaccionario y tradicionalista, completamente corrupto y entreguista, nacionaliza todas las empresas del estado. Se llega a los mayores índices de desocupación que el país ha conocido en su historia. El hambre se hace presente. Crece la prostitución, los robos y el trafico de drogas.


Año 2003. Tercer año del cuarto gobierno democrático luego de la caída de la dictadura cívico-militar. El pueblo ha votado ahora por una coalición de los dos partidos tradicionales burgueses, reaccionarios y tradicionalistas, corruptos y entreguistas, los mismos que han gobernado el país desde su nacimiento. La emigración llega al 30% , vivimos en un país en “dispersión”. Se han cometido los mas increíbles casos de corrupción a altísimos niveles. Han robado a las arcas publicas mas de 3.000 millones de dólares. No hay nadie preso. Se superan todos los índices internacionales de desocupación, prostitución, robos, trafico de drogas, trafico de influencias. La gente busca comida en los tachos de basura. La gente come ratas, perros, gatos y lo que puede conseguir. La deuda externa es absolutamente impagable. Juan Carlos Pérez Rodriguez tiene 59 años recién cumplidos. Como tuvo que vender la vieja residencia de sus padres, ahora vive en una casa mas chica, alquilada en las afueras de la ciudad, con su esposa y el padre de ella. La abuela murió unos años atrás y todos los hijos, nueras, yernos y nietos emigraron a otros países. En el patio del fondo, bajo una vieja parra de uva “chinche”, pinta solitario, decidido, en forma casi automática y con grandes letras, un pasacalle improvisado en una vieja sábana blanca matrimonial y lo cuelga en la pared del frente de la vivienda con inalterable patriotismo - pero con gastada esperanza - ayudado por su señora y el suegro, acompañados por Nerón y Batuque que ladran moviendo las colas a máxima potencia apoyando el acto de rebeldía civil. Los cinco están bajo la atenta mirada de Catunga, el gran gato barcino castrado que observa curioso, pero prescindente, desde el centro de la mesa vacía del comedor de húmedas paredes despintadas, donde con paciencia felina, en una pose propia de verdadero artista de circo, eleva estirando hacia el cielo una de sus patas posteriores y se curva en casi 360 grados, para lipiarse el culo a pura lengua, sin dejar de mirar de reojo los acontecimientos. Se lee:


¡POR UN PAIS!”

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