Vida de burócrata.
Estudiando las situaciones que se van presentando a lo largo de una jornada aburrida y cansadora - así como también reiterativa - no pude menos que abstraerme mirando sobre la pantalla de la computadora, donde tengo una ventana pequeña de aproximadamente sesenta por sesenta centímetros, vidrios sucios y empañados, que de todas formas dan una visión más o menos definida del edificio de enfrente, igualmente gris y manchado con caca de paloma, con sus grandes ventanales de vidrios reflectantes que permiten ver mi propia imagen ahora desde afuera, empequeñecida. Las palomas dialogan con sus “guruguruguruguruguruguru” casi frente a mi, detrás del vidrio, viéndolas también desde otra perspectiva, mucho mas pequeñitas. También se ve el reflejo de la ventana del piso de abajo y casualmente el soberano sopapo que una rubia muy voluptuosa le aplica a un veterano pelado que la tiene apretada contra el vidrio mientras acaricia uno de sus pechos. Se puede ver el forcejeo, al hombre que la toma del cuello, como ella grita – no alcanzo a sentir el sonido – y la explosión de vidrios cuando la tira al vacío. Toda la escena entra justito en el reflejo de la oficina de enfrente y en el marco de mi pequeña curiosa ventana. Un ruido seco acompañado de vidrios que se rompen y chirridos de frenadas de los autos apenas se alcanzan a sentir. La bocha pelada sale por la ventana y mira hacia la calle, luego se coloca una pistola de caño largo en la boca y dispara, se siente clarito una explosión apagada y es gracioso ver como le salta la tapa del cráneo seguramente cuando la bala le pega desde el lado de adentro. El cuerpo cae y se me sale de cuadro, por lo que dejo de saber que pasa. Otras cabezas aparecen en las ventanas de mi edificio y del de enfrente. Las palomas vuelan. El débil ulular de una sirena comienza a sentirse y se va haciendo mas fuerte. No me levanto para observar porque sé que la ventana esta trabada y no se va a abrir. Sigo mirando los reflejos, paulatinamente todo retoma a la normalidad, quedan por fin los eternos ruidos del transito que llegan desde muy abajo. Gracias a las discusiones de la pareja el tiempo se pasó rápido. El reloj me informa que faltan quince para las siete, final de otra jornada aburrida realmente, esta planilla de gastos la terminaré mañana, si Dios quiere. Si no fuera por el aporte de la rubia y el pelado..., bueno, hubiera sido insoportable. Bien, es hora, misión cumplida. Cerrá atrás y vamos. Mañana tendremos los comentarios de los sucesos de hoy, y como siempre será un día rutinario, aburrido, cansador, reiterativo.
¡Que vida de mierda.!
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