martes, noviembre 27, 2007


Confirmación suprema




Dio un inmenso salto aterrizando en el césped húmedo, derrapando ligeramente al caer. Sentía un olor maravilloso y lo buscaba, era un perfume irresistible. Caminaba bamboleándose y todo lo que veia parecía salido de un cuento surrealista, seguramente efectos de los excesos de la cena de despedida de fin de año de la empresa. Algo le habría caido mal, o era la resaca, el mono de tanto alcohol. Camino en ese extraño estado hasta el borde de una laguna de la que surgía una neblina hermosa. Sin pensarlo dos veces dio otro salto hacia la orilla contraria pero sin la fuerza sufuciente. Cayo en medio del agua y se agarró de un tronco instintivamente por miedo a hundirse. Por momentos recordó un dolor intenso en el pecho que le impedía respirar, esa garra que le apretaba el cuello y el dolor, el impresionante dolor en el brazo izquierdo. Muy cerca de él se poso una gran mosca verde y descubrió que el aroma empalagoso, ese que estaba siguiendo, venia de ella. Instintivamente quedo quieto, en total alarma y le llamo la atención - pero poco - ver como sin ningún esfuerzo estiraba su larga lengua atrapaba la mosca y la degustaba... ¡estaba simplemente deliciosa!. Experiencia tras experiencia, ahora su atención quedo fija en una libélula que flotaba muy cerca a su alcance. Poco antes que se borrara toda la memoria humana remanente lo logro entender, mientras se aprestaba a atacar a la libélula...¡era cierto!, ¡lo de la reencarnación era cierto!

Toma de conciencia


Él normalmente no creería lo que le estaban diciendo, pero quien hablaba era una persona de su absoluta confianza.


Si ese amigo le afirmaba lo que le estaba afirmando, se podía estar absolutamente seguro de que era cierto, porque sus palabras le salían de muy adentro del alma.


Además no existían motivos para dudar, no solamente por la confianza de años, sino porque el hombre era un especialista en ese tipo de asuntos, pues esa serenidad y veracidad en sus dichos los había logrado luego de años de psicoterapia y toda la experiencia aventaba cualquier sospecha de falsedad o interés secundario.


Pero de todas formas, sin discusiones, mirándolo por donde lo mirara, era difícil de creer, difícil de entender y más aun difícil de asumir así como así, por lo que hizo un esfuerzo casi sobrehumano para guardar todas sus inquietudes y complejos, serenó su mente, se “plantó” en la nueva realidad revelada sin salir de su asombro y con una calma y seguridad que no se conocía, ante el secreto increíble que ese amigo de la infancia le había confesado en ese instante, él contestó:


“Y sí, no puedo mentir, yo también te quiero.”


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sábado, noviembre 03, 2007


Vida de burócrata.



Estudiando las situaciones que se van presentando a lo largo de una jornada aburrida y cansadora - así como también reiterativa - no pude menos que abstraerme mirando sobre la pantalla de la computadora, donde tengo una ventana pequeña de aproximadamente sesenta por sesenta centímetros, vidrios sucios y empañados, que de todas formas dan una visión más o menos definida del edificio de enfrente, igualmente gris y manchado con caca de paloma, con sus grandes ventanales de vidrios reflectantes que permiten ver mi propia imagen ahora desde afuera, empequeñecida. Las palomas dialogan con sus “guruguruguruguruguruguru” casi frente a mi, detrás del vidrio, viéndolas también desde otra perspectiva, mucho mas pequeñitas. También se ve el reflejo de la ventana del piso de abajo y casualmente el soberano sopapo que una rubia muy voluptuosa le aplica a un veterano pelado que la tiene apretada contra el vidrio mientras acaricia uno de sus pechos. Se puede ver el forcejeo, al hombre que la toma del cuello, como ella grita – no alcanzo a sentir el sonido – y la explosión de vidrios cuando la tira al vacío. Toda la escena entra justito en el reflejo de la oficina de enfrente y en el marco de mi pequeña curiosa ventana. Un ruido seco acompañado de vidrios que se rompen y chirridos de frenadas de los autos apenas se alcanzan a sentir. La bocha pelada sale por la ventana y mira hacia la calle, luego se coloca una pistola de caño largo en la boca y dispara, se siente clarito una explosión apagada y es gracioso ver como le salta la tapa del cráneo seguramente cuando la bala le pega desde el lado de adentro. El cuerpo cae y se me sale de cuadro, por lo que dejo de saber que pasa. Otras cabezas aparecen en las ventanas de mi edificio y del de enfrente. Las palomas vuelan. El débil ulular de una sirena comienza a sentirse y se va haciendo mas fuerte. No me levanto para observar porque sé que la ventana esta trabada y no se va a abrir. Sigo mirando los reflejos, paulatinamente todo retoma a la normalidad, quedan por fin los eternos ruidos del transito que llegan desde muy abajo. Gracias a las discusiones de la pareja el tiempo se pasó rápido. El reloj me informa que faltan quince para las siete, final de otra jornada aburrida realmente, esta planilla de gastos la terminaré mañana, si Dios quiere. Si no fuera por el aporte de la rubia y el pelado..., bueno, hubiera sido insoportable. Bien, es hora, misión cumplida. Cerrá atrás y vamos. Mañana tendremos los comentarios de los sucesos de hoy, y como siempre será un día rutinario, aburrido, cansador, reiterativo.

¡Que vida de mierda.!